Un poco de historia
Dentro de la provincia de Alicante, Diócesis de Orihuela, el Partido Judicial de Dolores quedaba confinado por el Norte, con el término de Crevillente; Este los de Elche y Guardamar; Sur, los de Rojales, las Dayas, Puebla de Rocamora y Almoradí, y Oeste, los de Orihuela, Rafal, Callosa de Segura, Saladar de Albatera y Catral. Su extensión será de 2 leguas de Norte a Sur, y 3 de Este a Oeste. Todo este terreno era yermo en otro tiempo, húmedo y casi siempre pantanoso, creciendo sólo en él salicornias, sálsonas y otras varias plantas que aman la humedad. La descomposición de las aguas por los calores del sol y la corrupción de las plantas era un foco perenne de enfermedades rebeldes, las que degenerando con frecuencia en epidemias pestilenciales, se extendía por toda la huerta de Orihuela, causando los mayores estragos y disminuyendo notablemente la población.
Condolido el que fue Obispo de Cartagena, el Cardenal D. Luis Belluga y Moncada, al ver tantos desastres, y que la muerte se había apoderado de uno de los mejores terrenos de España, concibió el grandioso proyecto de destruir el foco de aquel mal, desaguando el terreno, escavando azarbes, y abriendo una multitud de canales por donde corriese libremente las aguas hacia el río o albufera de Elche. Con este objeto el Cardenal Belluga adquirió en 1.715 de la Ciudad de Orihuela las 25.000 tahullas que le pertenecían mediante una corta contribución que le obligó a pagar anualmente, cuya donación confirmó e hizo por sí, El Rey Felipe V, el 15 de diciembre del mismo año; de Guardamar del Segura las 13.000 tahullas de que era dueño por contrato, que se otorgó en Orihuela en 20 de Julio de 1.720, con aprobación de Su Majestad, en el que se obligaba a satisfacer anualmente a dicha Villa, 150 libras en remuneración de la pesca que aquella obtenía, y además 150 libras con destino a los pobres de la misma; y por último Su Majestad le hizo donación de las 2.000 que forman lo que se conocía por Majada Vieja, todas las cuales suman la totalidad de 40.000 tahullas.
Pocos años bastaron para ver esta filantrópica empresa coronada del más feliz éxito, y por un resultado de sus planes se vió aquel terreno bajo y pantanoso, levantado a mayor altura con las tierras de las excavaciones; y las aguas encharcadas antes de esta superficie, bajaron a buscar su nivel, corriendo por los nuevos canales: los sitios pantanosos quedaron secos, y este desolado e insalubre terreno, se transformó brevemente en preciosas huertas trazando con hermosos y varios verdes el triste y verdinegro color de las plantas acuáticas, que antes cubrían el suelo. Fundó entonces dicho Cardenal en aquel terreno las villas de Nuestra Señora de los Dolores, San Felipe y San Fulgencio, y dió en enfiteusis todas las tierras con arreglo a la escritura que aprobó y mandó observar El Rey Felipe V, en Real Cédula de 13 de Septiembre de 1.724, consiguiendo al mismo tiempo a favor de los pobladores que fueran a establecerse en el país, indulto de los delitos que hubiesen cometido anteriormente, exención de quintas por 40 años y toda clase de pechos y contribuciones reales, cuyo privilegio se ha ido prorrogando hasta 1.842 por lo que hace a los impuestos.
Todas estas franquicias y privilegios eran necesarios para que los hombres se estableciesen en un sitio, mirado con horror hasta aquel tiempo; pero la experiencia, ostentando la feracidad y riqueza del suelo, fue multiplicando los vecinos: el aumento de la población produjo la mejora de las tierras; y de aquellos campos cenagosos y encharcados, depósito de enfermedades y muerte, brotaron ricas cosechas de trigo, cebada, maiz, vino, aceite, seda, cáñamo, lino, banilla, frutas y hortalizas. Las tierras salobres perdieron con las labores, con los abonos y los riegos, y muy pronto sombrearon en aquella fértil huerta el moral, el olivo, la viña, el naranjo de China y frutales de toda especie.
Tal fue la maravillosa transformación que se ha sucedido en el terreno que describimos, el cual constituye una parte de la frondosa huerta de Orihuela, y como ella, tiene sus riegos procedentes de los avenamientos y sobras de los que proporcionaron los acueductos dimanantes de las presas de Almoradí, Callosa y Alfeitamí y en los azarbes de Moncada. Participación de Catral, Abanilla, Mayayo y Reino, los cuales reunidos pasan a las Pías Fundaciones donde se aprovechan las aguas como vivas, en fertilizar 30.000 tahullas de las 40.000 que comprende, correspondientes a los términos de Dolores, San Felipe Neri y San Fulgencio, contando en cada 18 días, a razón de 16 tahullas por hora, verificándolo por medio de la regadera de la Horca, Mimbres, Panas, Berenguelas, Nuera, Conesas, Sauras, Palacios y otras menores. En la distribución de estos riegos entienden los intendentes de cada uno de dichos 3 pueblos, en su respectivo territorio, de los que son jueces privativos de aguas; y la disponen en tiempos de escasez según lo exige la necesidad de los interesados, en beneficio de las cosechas pendientes. Los expresados azarbes, después de recorrer como una legua, se incorporan con otros secundarios que conducen los desagües, parte al río próximo a su desembocadura y parte a la albufera de Elche.